No sé si este año llegaremos a ver en el aula el tema de la Combinatoria. Solemos enseñarlo entre mayo y junio, junto con la Estadística y la Probabilidad, a los que tratamos como temas relajantes tras cursos bastantes potentes, como son 4º ESO con ESQUEMÁTICA 2 y 1º de Bachillerato, opción Ciencias Sociales con ESQUEMÁTICA 3.
Es un contenido muy interesante que nuestros padres y abuelos estudiaban en mayor profundidad que lo hacemos ahora. De hecho, creo que yo lo estudié muy por encima… Y por eso, a día de hoy, sigue sorprendiéndome como la primera vez que lo estudié. Se me iban los ojos a la operación tan sencilla que lo resolvía e intentaba refutar esos disparatados resultados.

He aquí un ejemplo:
¿De cuántas formas distintas pueden sentarse ocho personas alrededor de una mesa redonda?
Solución: 5040.
– Sí, así es. No intentes hacer tú mismo las combinaciones en un folio aparte…
Aprovecho este tema (además de para no salir de mi asombro con estos resultados) para “modificar” los enunciados. He aquí otro ejemplo:
Para formar un equipo de planta de un hospital se eligen 3 médicas y 4 enfermeros entre un grupo de 11 personas, 5 de las cuales son médicas y el resto, enfermeros. ¿Cuántos equipos distintos se pueden formar? Solución: 150.
¿Has notado algo raro en este enunciado? No deberías.
Y así me paso todo el tema, cambiando azafatas por azafatos, y catedráticos por catedráticas, muy recurrentes en este temario. Porque el lenguaje es importante, y es como cada uno –y cada una– crea su mundo.
Nuestras alumnas –y alumnos– deben leer problemas en que se contabilicen empresarias y secretarios, investigadoras y limpiadores; ya que el mundo será igual para todas (las personas) cuando también trabajemos el lenguaje de nuestros ejercicios en el aula.
Y, por supuesto, hablamos de las MUJERES MATEMÁTICAS porque aún se resisten muchos libros de texto en recordarlas, cada vez más de actualidad.
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