Sophie nació en una época en la que la presencia de mujeres en las aulas universitarias estaba prohibida. Así de simple.
Pero ella quería aprender Matemáticas, y aunque su familia se lo desaconsejó porque se pensaba impropio de una joven, ella decidió estudiar y su entorno terminó apoyándole hasta el final.
Aquello fue a más y cuando abrieron la Escuela Politécnica en París, lo que más deseaba en el mundo era asistir a clase y aprender de los mejores maestros. Ahí se topó con otro inconveniente: su condición de mujer y la Universidad se consideraban incompatibles.
¿Qué hizo Sophie Germain ante este problema? ¡Buscar una solución!
Durante mucho tiempo asistió a clase disfrazada de hombre, entregaba los trabajos con pseudónimo masculino y se hizo amiga de un compañero llamado Gauss que la animaba, sin éxito, a desvelar su identidad.
Este plan le funcionó hasta que el profesor Lagrange citó al alumno que entregaba brillantes trabajos y que resultó ser una mujer. Este maestro entendió que la genialidad no entiende de géneros y la dirigió hacia el campo de la investigación matemática avanzada.
Uno de sus numerosos estudios contribuyó, por ejemplo, a la teoría moderna de la elasticidad. Sin embargo, no recibió el título universitario ni fue reconocida como ilustre científica en la placa que los conmemora en la Torre Eiffel, porque era una mujer.
Por todo esto, la rememoro en la lámina 8Matemáticas y en la página 13 de ESQUEMÁTICA 3 y ESQUEMÁTICA 4, en un cómic que describe una situación no muy lejana.
Información extraída del libro LEVI-MONTALCINI R. y TRIPODI, G. «Las Pioneras: Las mujeres que cambiaron la sociedad y la ciencia desde la Antigüedad hasta nuestros días.» Barcelona: CRÍTICA, S.L., 2011
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